Cierto día vio
en el patio de la casa de su dueño que había tendida una piel de león.
El dueño, que
era un gran cazador, había traído esa piel esa piel desde muy lejos y, como
servía de alfombra, su esposa la colgaba a veces para limpiarle el polvo.
me pondré esa
piel de león y todos me tendrán miedo
-dijo el asno,
pensando que nadie le reconocería.
Y así fue. Se
coloco aquella piel de león y se fue a caminar por los parados, por el bosque.
Al verlo, todos huían asustado.
- ¡un león! ¡un
león! – decía una perdiz, corriendo para huir volando.
-es un león muy
fiero –decía un búho desde un árbol.
Todos se
escondían, y al verlo, el asno era feliz.
- ¡ja! ¡Ja! Ya
no se reirán más de mí –decía mientras caminaba lentamente por el bosque.
Pero fue a parar
cerca de un molino. Al verlo de lejos, el molinero pensó que era un león y que
era un peligro para su familia y ganado.
Y así que,
siendo un garrote, se acercó hasta el asno vestido con la piel de león y le
persiguió durante mucho rato. El pobrecillo asno al final no pudiendo más , se
cayó y en la caída se le soltó la piel.
Entonces el
molinero se dio cuenta que era solamente un asno.
-pero dime, ¿Por
qué llevabas esa piel de león? - dijo el molinero.
-porque estoy
cansado de que todo el mundo se burle de mí, respondió el animal.
- pues he estado
a punto de darte una paliza enorme. No lo vuelvas a hacer-le advirtió el molinero.
Y el asno se
marchó preocupado, porque había engañado a los demás animales, estuvo a punto
de recibir una paliza. Los otros animales, una vez pasado el susto, procuraron
no burlarse más del pobre asno.